martes, 31 de diciembre de 2013

Dulce susurro

El aceptamiento de un aceptado aceptable reto. Que sí. No es que yo decida hacer del reto una acepción de aceptamiento, sino es mi alma, que me da golpecitos diciendo ‘oye, mira, escuchaescúchame una vez más. Errores provocados siendo impares están. Superar es relativo, como lo es todo  ya. Yo siento supero. Tú superas mi supero. Piénsalo. Aunque yo misma viaje por los recovecos de mi ego en suntuoso sinuoso silencio, tú el álgido alto punto que mi ego alcanza, tú superas supero. Amigalma yo. ¿Y tú? ¿Amigo del alma? No, amiga tu alma de la mía. Por lo tanto, Amigalma quizás también. Sagrada S. Me encanta la amistad. Así sí. Etérea. Así me siento. Y debe ser que mi mar a mí destinado, porque como olas mis dedos vuelven a acelerarse y ritardando sobre el negro teclado de nuevo, de nueva, nueva sensación, nuevas fechas dolidas agradablemente. Eso es TAN… tan equivalente a enamorarse de las cosas. Sí. De aquello de que de vida no goza. Doble ‘d’. Está mal. Vaya. Otra vez gozo de la belleza (siempre y de nuevo relativa) del error.

Vive, sólo te pido eso. Y ya sabes lo que para mí significa vivir. Así que hazlo. Muévete volando por el cielo. Del color que quieras porque ahora es tuyo, tuyo al completo. Como dices tu alma mía. Pero que sepas que no la pretendo atar a mí, que en el fondo es libre. Y no es definitiva, por si algún día quiere echar a volar contigo. En el amplio sentido de la expresión. Porque volar ya volará a tu lado, dentro de ti a tu lado. Dentrolada en ti. Porque uno no está enamorado sin ser libre, y tu alma al parecer pareciendo parece que está. No quiero presas. Atención. Susurro dulce

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